Una escuela para todos

Definir el aula regular como un lugar para los estudiantes “corrientes” y poner una presión poco realista en los sistemas escolares para desarrollar un sistema paralelo para todos aquellos esfuerzos para mejorar la escuela, es una mala política educativa y en el largo plazo la consecuencia es que no es financieramente sostenible.

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Las escuelas podrían usar el dinero para proveer apoyo a los maestros, de tal manera que puedan manejar el rango de niños que tienen retos de aprendizaje debido a sus situaciones intrafamiliares o de extrema pobreza. 

Existe una falencia a nivel gubernamental, actualmente en las escuelas colombianas no se difunden buenas prácticas, ni se desarrollan políticas en las que se requiera que los distritos escolares implementen lo que la investigación demuestra qué es la mejor práctica.

Los gobiernos dicen que están a favor de la inclusión, sin embargo permiten un desvío significativo de ese tipo de enfoque basado, teóricamente, en una evaluación de las necesidades del niño. Usan pruebas psicoeducativas y buscan más y más detalladamente las razones por las cuales el niño es diferente de los niños “normales” o niños típicos. Construyen un marco completo de lo que el niño necesita, lo cual separa al niño de la clase regular y lo aleja del maestro.

En las escuelas inclusivas, el apoyo debe ir dirigido tanto a los estudiantes como a sus maestros para que puedan lograr objetivos individuales relevantes en el aula y así todos los estudiantes puedan tener éxito.

El currículo se basa generalmente en la presunción de que la “Materia prima” intelectual del niño, es más o menos la misma para todos los estudiantes y, por lo tanto, igualmente compartido por todos los estudiantes. Esta presunción forma, en gran medida, las características distintivas del estudiante “ideal” que es el objetivo del sistema educativo a través del contenido curricular y los métodos pedagógicos. Al cultivar estas propiedades intelectuales, el propósito del sistema educativo es traer al estudiante “ideal”, latente en cada niño. Esto es como asumiendo que cada grano de maíz comienza con el mismo potencial para ser una pieza perfecta de palomita de maíz. 

 

Por supuesto, este es un argumento circular basado en la falsa presunción de que la naturaleza distribuye materia prima intelectual de manera equitativa para cada ser humano. Pero no todo grano de maíz tiene el mismo potencial para reventar, así se sometan a las mismas condiciones de calor, aceite y distribución en la sartén, no necesariamente aparecerán de la misma manera.

La sobre valoración de ciertas formas de inteligencia se ha consolidado y reforzado a través del sistema educativo. Esto se puede ver en cómo el sistema escolar premia la excelencia en ciertas disciplinas como las matemáticas, química, física, etc. e ignora la competencia en otras BoothAinscow (2002). En su nivel más simple, las ciencias exactas son mucho más relevantes y valoradas que las artes dentro del sistema escolar, en el caso de los niños que provienen de comunidades donde la pobreza es su día a día la necesidad es la de obtener una educación que esté contextualizada a su medio y que les ayude a superar su situación y ofrecer soluciones para su comunidad.

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Sin olvidar que los problemas de aprendizaje pueden suceder a cualquier persona dentro de cualquier entorno socio económico, es de especial interés poder apoyar las poblaciones vulnerables que en Colombia además de tener que enfrentar sus circunstancias de pobreza también debe aprender a sobre llevar los obstáculos que el sistema le impone para poder sobre salir en la vida y lograr mejorar su calidad de vida.

Los niños son excluidos del sistema educativo dividiéndose en dos categorías: los que pueden ser educados y los que no pueden ser educados. El hecho de separar alumnos de acuerdo a sus notas y habilidades repercute de manera perjudicial en la forma como ellos se ven a sí mismos, y en como la sociedad los ve, además de marcar un camino de no éxito en su futuro, al ser parte del estudiante “ideal”, esto sugiere que el sistema educativo ni siquiera es capaz de alcanzar metas mucho más limitadas de las que promete alcanzar. Dado que el sistema, como funciona en la actualidad, no garantiza el progreso social y la eficiencia para todos los niños, sino solo para algunos.

El lograr que la escuela inclusiva se naturalice, requiere una estrecha colaboración entre los profesionales, la participación de los padres, el aprendizaje basado en la actividad, un enfoque centrado en el niño y un énfasis en el pluralismo y la cooperación más que en la competencia. Estos son los factores que mejoran el sistema para todos los estudiantes.

La educación inclusiva es acerca de cómo desarrollamos y diseñamos nuestras escuelas, aulas y programas, para que todos los estudiantes independientemente de su condición psicosocial, neurológica, estatus socioeconómico, puedan aprender y participar juntos. La educación inclusiva ocurre cuando todos los estudiantes aprenden y son bienvenidos en su barrio, en sus colegios, con clases apropiadas para su edad, regulares y con el apoyo necesario para aprender, contribuir y participar en aspectos de la vida de la escuela de manera natural.

Como latinoamericana, creo que necesitamos desarrollar una visión para nuestro sistema de educación pública que abrace la inclusión llevándolo a la acción para que sea una realidad en la comunidad.

Una formación adecuada para todos los educadores es imperativa. Los programas de preparación de maestros deben asegurar que los futuros maestros reciban las herramientas necesarias para evaluar con precisión la investigación para identificar la práctica basada en la evidencia; cómo implementar esa práctica en sus estrategias diarias de enseñanza; y cómo mantenerse al día en los estudios de investigación emergentes que evalúan las estrategias basadas en la evidencia para enseñar a los estudiantes en situación de vulnerabilidad. Queda mucho trabajo por hacer, en general, pensaría que los puntos claves para que los maestros y toda la comunidad implicada en la educación puedan avanzar en lograr una escuela inclusiva son a base de formar comunidades que trabajen por los mismos objetivos, teniendo como claves los siguientes puntos: 

  1. Hacer un plan para la transición y el cambio y aceptar que esto tomará por lo menos 3-5 años para hacerlo correctamente.
  2. El personal de la escuela debe saber cómo trabajar con sus diversas poblaciones de estudiantes, por lo que se debe haber inversión en la formación de los maestros y los líderes escolares.
  3. Entender que los maestros necesitan apoyo para aceptar y cumplir con este desafío, se necesita trabajar con ellos y sus asociaciones para desarrollar todos los apoyos que necesitan.
  4. Comenzar creando y digitalizando los modelos positivos de éxito – aulas, escuelas y comunidades que hacen un buen trabajo y pueden compartir su éxito y estrategias con sus vecinos.
  5. Identificar a un grupo de líderes e innovadores en todos los niveles y ayudarlos a construir redes donde puedan producir y compartir conocimientos únicos de sus comunidades y generar emprendimientos.
  6. Identificar y compartir “mejores prácticas” de la investigación y el conocimiento que ya están disponibles y pueden ser enriquecidos y mejorados por la experiencia local. 
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Una educación para niños y adolescentes que tenga en cuenta las necesidades educativas de su entorno, que desarrolle sus capacidades investigativas, su capacidad para el emprendimiento, que le guíe y ayude a dar solución y ser parte activa en el mejoramiento de la calidad de vida de su entorno repercute en una menor deserción escolar por un mayor estímulo y mejores resultados en cuanto a calidad y mayores capacidades cognitivas, como también la garantía de sus derechos durante la infancia, se expresa en mayor solidaridad y respeto por las Instituciones.

Si se garantizaran los derechos de la niñez y adolescencia ello representaría una inversión de menor costo para el largo plazo

No es posible lograr una transformación profunda en las estructuras socio-económicas, de igualdad y equidad, en tanto los padres como sus hijos no reciban una re-educación talleres de “alfabetización social, cognitiva y emocional”, que capacite tanto a los unos (el maltratador y el maltratado) como a sus hijos,  para llegar a superar toda la inequidad y desigualdad a que han estado expuestos por generaciones.

El panorama como se muestra es desalentador y requiere de un aunado esfuerzo del Gobierno de turno y todos los estamentos oficiales, gubernamentales y la empresa privada, para velar por el cumplimiento de los derechos de los niños, y la direccionalidad honesta de los fondos públicos.

Invertir con generosidad y mano firme en los controles debidos por parte de las Entidades encargadas de supervisar su pleno, total y adecuado cumplimiento de las políticas educativas propuestas y calificarlas año tras año requiere grandes esfuerzos, pero es la única forma de generar cambios a largo plazo, inversión que según reconocidos economistas produce grandes dividendos, ya numerosos estudios y prácticas han demostrado que la inversión en la primera infancia es la más rentable que puede hacer una sociedad.

 

Escrito por: Carolina Morales, responsable de Innovación en la Educación 

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